domingo, 21 de abril de 2013

El tránsito de un México tradicional a un México Moderno, análisis de Batallas en el Desierto de José Emilio Pacheco



El tránsito de un México tradicional a un México Moderno

Por  Ma. Luisa Trejo Márquez.

Para comenzar es importante indicar que José Emilio Pacheco nace en la Ciudad de México en el año de 1939, docente,  investigador, director y editor de diversas publicaciones y suplementos culturales;  reconocido como uno de los grandes poetas de Latinoamérica desde los años 50’.  Su novela Batallas en el desierto, tuvo fuerte impacto en el medio literario y social, ya que fue traducido a diversos idiomas. La historia se desarrolla en la Ciudad de México en 1948, durante el gobierno de Miguel Alemán, así como la influencia de la cultura popular proveniente de Estados Unidos,  mientras a lo lejos se escuchan los ecos de la segunda guerra mundial, mi tesis a trabajar será: La  Ciudad de México testigo de la doble moral de la sociedad.
            Asimismo, se ha trabajado  esta novela en forma intensa, como una representación ficcional del mundo narrado, del amor imposible de Carlitos por Mariana la mamá de Jim,  se siente un poco envejecida la novela, ya que fue un texto que se trabajó intensamente en el bachillerato hasta los 80 y da una sensación de agotamiento desde la fecha de su publicación; en relación al nivel del discurso la diegésis  está en 1ª persona con un narrador Autodiegético, con una focalización cero; ya que se desarrolla desde la mirada de un niño sobre su mundo, donde se ve como único testigo de lo que le ocurre a Carlitos  las calles de la ciudad:
El centro de la ciudad se convertía otra vez en laguna, la gente iba por las calles en lancha. Dicen que con la próxima tormenta estallará el Canal del Desagüe y anegará la capital. Qué importa, contestaba mi hermano, si bajo el régimen de Miguel Alemán ya vivimos hundidos en la mierda. [Pacheco; 2004, p.10]

Por lo tanto, Los problemas de los personajes están vinculados directamente con sus calles según mi tesis a trabajar,  donde la gente inundada con la corrupción política del período de Miguel Alemán, hace sentir a los habitantes que viven en un desagüe de la propia ciudad. El texto tiene un tono irónico en su estructura narrativa, cuando expresa que México tiene una  forma de cornucopia o cuerno de la abundancia y que tendrá un porvenir de plenitud y bienestar universal; sucede lo mismo cuándo el Profr. Bernardo Mondragón, expresa que “el mañana de los jóvenes” debe ser un sitio de paz, sin crímenes y sin infamias,  con calles repletas de árboles y fuentes, cruzadas por vehículos sin humo ni estruendo el paraíso en la tierra, ¿Qué sucede entonces con nuestra ciudad hoy en día? ¿Dónde está ese paraíso? ¿Qué pensaría el Profr. Mondragón de ver a nuestro México actual.
            En contraste, nos hablan de bienestar y progreso de la familia y aparecen los personajes Peralta y Rosales que no pagan colegiatura, ya que están  becados aunque  duermen en un petate en la sala de su casa, siendo  la Ciudad el único testigo de la pobreza en que viven y  que los acoge amorosamente al volver a sus hogares ya que:
Vivían en las vecindades ruinosas de la colonia de los Doctores. La calzada de La Piedad, todavía no llamada avenida Cuauhtémoc, y el parque Urueta firmaban la línea divisoria entre Roma y Doctores. Romita era un pueblo aparte. Allí acecha el Hombre del Costal, el gran Robachicos. Si vas a Romita niño te secuestran, te sacan los ojos, te cortan las manos y la lengua,……El miedo de pasar en tranvía por el puente de avenida Coyoacán: sólo rieles y durmientes; abajo el río sucio de La Piedad que a veces con las lluvias se desborda [Pacheco; 2004, p.14]

Aquí por el contrario, se habla de una línea divisoria entre las calles de  Roma y la Romita que casi se tocan por una calle, pero donde habitan dos tipos de gente  uno que te secuestran  y  la otra zona es el México del progreso de la naciente clase media, donde el presidente inaugura carreteras, avenidas, presas, parques deportivos, hospitales, ministerios, edificios inmensos testigos del progreso de la Ciudad de México, aunque rastreando mi tesis la Romita es el testigo de la doble moral del gobierno; sin olvidar por supuesto a Harry Atherton, compañero de Carlitos  con su casa en Las Lomas, con billar subterráneo, piscina, biblioteca, cava, despensa, gimnasio, vapor, cancha de tenis y sus seis baños, representante de los millonarios de nuestro país.  
            Por lo que respecta a  mi tesis de trabajo, la Ciudad de México es testigo de la doble moral del papá de Jim, que ocupa un lugar importante en el gobierno y que es amigo del presidente Alemán,  y si eso es verdad, ¿por qué  su “hijo” estudia en un colegio de mediopelo de la colonia Roma?, es más ¿porqué no vive en las Lomas?, o ¿en Polanco? sino: “en un departamento en un tercer piso cerca de la escuela”. [Pacheco; 2004, p.14]. Así como el propio papá de Carlitos que tiene una casa chica con su ex secretaria con la que tuvo dos hijas; o el Padre Ferrán que  cuestiona al niño ¿ si ha tenido derrame?, o malos tactos mientras que Carlitos ni siquiera sabía que era eso.
Por otra parte, rastreando mi tesis sobre la doble moral de la sociedad Héctor, es un caso interesante  de joven  le decían el conejo de la Universidad  se jactaba de haber borrado el letrero “Dios no existe”,  gustaba de perseguir a las criadas de su casa  donde llegaba desnudo y erecto enloquecido con sus novelitas en el cuarto de la azotea, recuerden “carne de gata buena y barata”, que se contagia de enfermedades venéreas por andar con las putas de Meave, o de pleito con bandas siendo testigo los bordes del río de La Piedad donde le rompieron los incisivos y que estuvo por ir a la cárcel pero que hoy en día:
Héctor, quién lo viera ahora. El industrial enjuto, calvo, solemne y elegante en que se ha convertido mi hermano. Tan grave, tan serio, tan devoto, tan respetable, tan digno en su papel de hombre de empresa al servicio de las transnacionales. Caballero católico, padre de once hijos, señor de la extrema derecha mexicana.”[Pacheco; 2004, p.50]

Por consiguiente, no debemos olvidar  la avenida Álvaro Obregón así como la plaza Ajusco donde estaban las casas porfirianas, que  fueron testigos de la emoción del niño al salir de la casa de Mariana y darse cuenta que estaba enamorado de Mariana siendo testigos de su aflicción infantil  la fuente en forma de trébol, y a lo lejos en sus calles  doña Sara P. de Madero recuerdo viviente de su esposo y en cierta manera testigo sin saberlo,  de la muerte anunciada del amor de Carlitos cuando camina por las calles de Insurgentes, debido a la doble moral de la sociedad.
Finalmente,  en  Las batallas en el Desierto, de José Emilio Pacheco (1940-2010) según mi tesis  trabajada, se pudo comprobar que   la Ciudad de México es el único testigo silencioso de la doble moral de la sociedad mexicana.  



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